Cada 23 de mayo, en piazza della Signoria se rinde homenaje en memoria de Fra’ Girolamo Savonarola. El mismo día del año 1498, de hecho, el famoso fraile dominico, junto con otros dos hermanos suyos, fue ahorcado y quemado en piazza della Signoria (el lugar exacto de la ejecución está rememorado por una lápida circular, justo en frente de la fuente de Neptuno); las cenizas, en señal de ‘damnatio memoriae’ (condena de la memoria), fueron arrojadas en el río Arno desde el Ponte Vecchio.
Al día siguiente de aquella terrible ejecución, alguien depositó piadosamente flores y pétalos de rosas en el lugar exacto del martirio. Este mismo gesto, aunque con mayor oficialidad, se repite cada año desde aquel lejano 1498. La mañana del 23 de mayo, el desfile histórico de la Repubblica Fiorentina parte desde piazza di Parte Guelfa hasta llegar a piazza della Signoria donde tiene lugar la ‘infiorata’ (deposición de una corona de flores sobre la placa conmemorativa) presidida por las autoridades de la ciudad; después el desfile sigue hasta Ponte Vecchio desde donde, recordando de aquel día dramático, se lanzan pétalos en el río Arno.
Pero, ¿quién era Girolamo Savonarola? ¿Qué había hecho para ‘merecer’ una condena así de terrible? Savonarola era una fraile dominico procedente de Ferrara, cuya popularidad ya se había extendido por toda Italia, cuando Lorenzo Il Magnifico de’ Medici lo llamó a Florencia para dirigir el convento de San Marco (el mismo que conserva las obra maestras de fra’ Beato Angelico). Sus predicaciones, tan populares, siempre se distinguían más por las duras críticas hacia la decadencia de la Iglesia (a partir del Papado) y, más en general, por las “costumbres corruptas” de su época contemporánea; un contexto cultural, aquel renacentista, del cual el Fraile criticaba sobretodo el paganismo clasicista, la riqueza de las Cortes, el alejamiento de los valores originales del Cristianismo –fue famoso el “rogo delle vanità” (hoguera de la vanidad) del año 1497, cuando en Florencia se incendiaron joyas, lujosos vestidos y obras de arte paganas (la influencia de las predicaciones de Savonarola fue especialmente fuerte sobre numerosos artistas, a partir de Sandro Botticelli)
Muy pronto las críticas también se dirigieron directamente hacia los Medici, considerados responsables de esta decadencia, así como también tiranos de Florencia. Al día siguiente de la muerte del Magnífico (1492), siguió el débil gobierno del hijo, Piero il Fatuo, Florencia expulsó a los Medici e instauró una República, que duraría del 1494 hasta el 1512. La ciudad se dividió en dos facciones: los denominados ‘piagnoni’ (los llorones, principalmente la gente común seguidora del dominico) y los ‘palleschi’ (partidarios del regreso de los Medici, cuyo emblema estaba compuesto por seis ‘ esferas (‘palle’, en italiano, de ahí este nombre).
El panorama político italiano de aquella época - cuyo equilibrio se había roto sobre todo después de la muerte del Magnífico - se presentaba muy complicado y caracterizado por unas alianzas extremadamente cambiantes entre las diversas Cortes italianas y extranjera (Carlo VIII de Francia, Ludovico Sforza, Papa Alessandro VI y su hijo Cesare Borgia fueron algunos de los protagonistas). La parábola de Savonarola debe situarse en este contexto: víctima de un complot, el papa lo excomulgó por herejía en 1497. Después de unos pocos días, por la noche, los ‘palleschi’ atacaron el convento de San marco arrestando al fraile y a dos de sus discípulos. Los tres frailes fueron encarcelados en el ‘Alberghetto’ (una pequeña celda en la cima de la torre del Palazzo Vecchio) donde sufrieron torturas y, después de una sentencia sumaria, afrontaron este terrible destino.